Media mañana, momento para un paréntesis…
Una taza de leche de avena calentita con una cucharadita de cúrcuma de Uzbequistán que combina bien con el toque fresco de las hojitas de romero.
Unos delicados bocados sin hornear. Esos que llenan el paladar de un dulzor equilibrado que cuida, que nutre.
Vamos preparando los ingredientes:
- 1 taza de avena (sin gluten si lo necesitas)
- 1 taza de quinoa cocida
- 1 manzana
- 1/2 taza de nueces
- 2 C miel
- 1 ramita de canela
- 5 semillas de cardamomo
- 1 ó 1/2 limón (ralladura)
Nota: Si eres de los que prefieres algo más de dulce, te propongo añadir un par de dátiles troceados o unas pasas a la masa.
- Cuece la quinoa con las semillas de cardamomo (cortálas o dales un golpecito para que desprendan más su aroma).
- Tuesta la avena en una sartén y aparta.
- Pasa la quinoa cocida por sartén unos minutos.
- Cuece la manzana con un poquito de agua (mínimo, para que no se pegue), miel y canela. Bate después para crear una compota.
- Pica las nueces.
- Cuando todo esté frío, «amalgama» y crea pequeños bocados.
- Guarda el el frigorífico unas horas. Mejor toda la noche.
Busca un espacio de silencio y tranquilidad. Respira… Toma la taza entre tus manos, siente el aroma… Y acompaña con un bocado que combina la suavidad y el crujir sutil de los copos de avena y la nuez.
Me acerco a la terraza, la luz de sol aumenta la temperatura de la imagen…
Deja un comentario