Estas semanas los campos de Ortegal (Galicia) están llenos de unas flores blancas con forma de campanillas. Miles de puntitos blancos iluminan desde la distancia el manto verde, pero lo mejor está al acercarnos a ellas. Las flores son preciosas. Una fina línea amarilla atraviesa cada pétalo y en su interior los frágiles pistilos se ven protegidos como si fueran péndulos de pequeñas campanas. Cada tallo, algo más ancho y plano que otras flores silvestres que ahora campan a sus anchas, termina en un ramillete de unas cuantas flores. Siempre es tentador llevarse alguna (recordando siempre que el mejor sitio donde puede estar la mayoría es ahí, donde las vemos). Varios ejemplares juntos podrían dar forma a elegantes y dignos ramos de una novia, ¿no creéis?
Lo más curioso eso sí llega cuando decidimos llevarnos alguna. Al cortar el tallo o las hojas percibimos un ligero olor a ajo que nos sorprende si es la primera vez que lo intentamos. Efectivamente, el llamado “ajo de oso” tiene un sabor a ajetes tiernos. Muchos, de hecho, les otorgan propiedades similares al ajo. Prueba a coger una flor y saboréala. Su gusto te sorprenderá.
Las plantas de este género eran conocidos tanto por los romanos como por los griegos. Sin embargo, parece que el término tiene un origen celta y significa «quemar», en referencia al fuerte olursinum: epítelo latino que significa «del oso» en referencia al olor acre de la planta.
A nosotros nos parece una opción perfecta para dar un toque de color, de luz y ¡de sabor! a alguna de nuestras ensaladas, y también para que luzcan en la presentación de una de esas cremas que estos días de primavera invernal sientan tan bien.
Hace unos días, Maruxa nos regaló una calabaza de su huerto. De esas que nos acompañan desde el otoño y que tenemos la suerte de poder conservar. Probé una variación de la omnipresente crema de calabaza y nos encantó así que la comparto con vosotros para que podáis hacerla lucir, por qué no, en uno de esos bowl @delicisoamenterural que tenéis a vuestra disposición, cubierto con un elegante toque de flores de ajo de oso.
CREMA DE CALABAZA Y LECHE DE COCO (4 personas)
Ingredientes
- 1 cebolla mediana
- 2 dientes de ajo
- 10-20 g de jengibre fresco
- 3 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- 400 g de calabaza
- 250-300 ml de leche de coco (la hay “light” si prefieres)
- 250-500 ml de caldo de verduras
- zumo de ½ naranja
- un poco de vino blanco seco o vino dulce (opcional)
- sal y pimienta
- Ajos de oso
Preparación
- Pelar y cortar en dados la cebolla y el ajo. Pelar el jengibre y cortarlo en dados pequeños. Rehogar primero la cebolla y el jengibre y luego añadir el ajo un par de minutos después.
- Pelar y trocear la calabaza
- Añadir la calabaza a la cebolla, el ajo y el jengibre. Añadir la mitad de la leche de coco y el caldo de verduras hasta cubrir la calabaza. Dejar cocer hasta que esté tierna.
- Triturarlo todo con la batidora. Añadir el resto de la leche de coco.
- Sazonar la crema con el zumo de naranja, el vino la sal y la pimienta.
- Adornar con unas flores de ajo de oso y servir.
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