Suena la música…
Comienza el baile…
Voy hacia su encuentro…
¿Días de cine? ¿Título cinematográfico para una tarde romántica?
Más allá de amores y desamores en territorio rural, la expresión quiere evocar esa profunda conexión con el territorio y el medio natural que acelera el pulso vital, el latido del corazón. Ese querer que se queda con todo, con la perfecta imperfección del conjunto que resulta inevitablemente bella y atractiva. Esa elección y apuesta segura por el campo que brota de la intuición, de lo más profundo del ser.
Cuando la música suena… la que la naturaleza compone
Y comienza el baile… como el de las hojas acariciadas por el viento
Para ir a su encuentro… el de la montaña, el río, el bosque…
No sé bien dónde empiezan los vínculos de pertenencia. Lo cierto es que hay quien ha nacido en una ciudad o aldea rural y la adora. Otros sin embargo huyen de los orígenes y buscan echar raíces en lugares muy distintos.
Tal vez, tú también seas, como nosotros, uno más de esos que llegaron al mundo rodeados de asfalto, pero antes o después tuvieron la oportunidad dar los primeros pasos, o los segundos, o los definitivos… sobre la hierba fresca de un prado, sobre las rocas y el «hummus» de la montaña, entre los árboles de un bosque y las veredas de los ríos… de los que ya no puedes ni quieres desconectar porque te han conquistado para siempre…
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