Febrero habla de amor. Bien porque así lo quiere Valentín, bien porque como en mi caso, un amor idealizado revolotea en el recuerdo.
Son curiosas las coincidencias de la vida. Mis padres nacieron el mismo año y el mismo mes, febrero, en dos países y culturas más lejanas entonces que ahora.
La «causalidad» los llevo a encontrarse un verano del 68, algo más allá del mayo con una flor como arma.
Estos días, rescato un entrañable cuaderniño de poesía( «poesi», en sueco) que conservo de mi madre. No de la mujer adulta que primó la versión más maternal por encima de la de mujer con voz propia, sino la de la niña que sueña e imagina historias de amor.
Entre las pocas páginas con palabras propias, de familia o amigos, el libreto forrado con piel granate de tacto suave, se abre por el dibujo de un corazón roto.
El texto dice algo así como «Si alguien te rompe el corazón, usa el pegamento de la amistad». La rima es infantil y nada pretenciosa pero tiene su aquel.
Pues entre corazones y roturas anduvo la inspiración y sin ánimo de entrar en reflexiones más profundas ni de ahondar en heridas que curan, surgió una de esas sesiones de «reposterapia» y estos corazones de rojo sin artificios con una propuesta para reunir las piezas rotas de las que siempre puede surgir nueva vida…
Con más o menos grietas, todos los corazones siguen latiendo…
CORAZONES REMOLACHA Y ALMENDRA
– 2 dl de harina de almendra
– 2 dl de harina de arroz
– 1 1/2 del de azúcar panela (o endulzante equivalente)
– 1 cucharada de canela (de la buena! – Ya sabéis que es afrodisiaca!)
– Una pizca de clavo y/o cardamomo (opcional)
– Una pizca de sal
– 1 1/2 dl de aceite de oliva suave
– 3 huevos (ecológicos)
– 1 remolacha grande (rallada muy fina)
1. Encender el horno (175ºC)
2. Mezclar los ingredientes secos.
3. Batir las claras a punto de nieve.
4. Mezclar las yemas con el aceite de oliva. Añadir a las claras con cuidado.
5. Incorporar a los ingredientes secos y añadir al final la remolacha rallada.
6. Introducir en los moldes y hornear unos 20-30 min.
7. Cuando estén listos, sacar y pintar (opcional) con algún tipo de mermelada que le de un poco de brillo . Yo usé un poquito de naranja amarga.
No sé muy bien por qué pero quedó esa capita fina roja luciendo en la superficie. ¡Qué amorosos!
¿Y si quiebran? ¿Y si alguien los rompe…?
Pues, seguimos el consejo de aquella niña… «pegamos los corazones con el cariño de la amistad», nuestro yo más esencial vuelve a recuperar la amistad con nosotros mismos (¿tal vez la teníamos un poco abandonada?) mientras amigos verdaderos nos acompañan en el camino hacia la restauración con cicatrices que desprenden luz y dejan hueco para que crezca más vida…
YA NO SON CORAZONES ROTOS
Añade un poquito de «cottage cheese» o similar. Podría ser también un mousse de queso y nueces… O lo que imagines que puede «curar la herida» y volver a hacer que luzcan…
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