Una base dorada… Saludo al sol
Con paso concentrado y fuerza… La montaña
Por las ramas, verdes… El árbol…
En tiempos de incertidumbre, reparamos con más aprecio y valor en esas herramientas con las que hemos ido haciendo nuestro kit de supervivencia a lo largo y ancho del tiempo.
Los que me conocéis sabéis lo importante que fue para mí descubrir y adentrarme en la práctica del yoga. Podría mencionar a varias personas aquí, pero creo que en el fondo algunas de ellas casi prefieren el anonimato. Un maestro/a huye del protagonismo. Por respeto a ellas, dejo en blanco sus nombre aunque l@s tengo muy presentes con agradecimiento.
Para mí, la meditación (en una posición definida, o sencillamente paso a paso en mis paseos… ¡Cómo os echo de menos…! De momento me conformo con el ir y venir “peripatético” entre cuatro paredes, con amplias ventanas y una la terraza con plantas muy vivas que bailan al son de la brisa o el viento, que no cambio por el mejor palacio del mundo) junto al movimiento consciente a través de mi valioso tiempo para la práctica cada día (saludos al sol, la montaña, el árbol, la paloma, el soldado…) significan una ventana abierta hacia dentro para recuperar y mantener una respiración con conciencia, reparadora, serena… . Significa expandir, cuidar, respetar… el “templo”… y hacer latir con fuerza el tesoro que guarda, el corazón que bombea oxigenando todos nuestros órganos… y nos conecta con tod@s…
Una base que aglutina todos estos elementos a la que cubren otros que con su color o apariencia más en la superficie a veces esconden, es la clave para que el pastel (dulce o salado) tenga sentido…
Todos somos como ese pastel… ¿no es cierto?
Y sí, la receta… de este salado, sin sal (si así lo decides)… de base dorada como el sol… llega aquí:
QUICHE DE QUINOA CON SETAS, ESPINACAS Y TOMATE SECO
(Sin gluten/Sin lactosa/Vegano)
Base
- 2 dl quinoa (sin cocer)
- 3 ½ dl agua (para cocer la quinoa)
- ¾ dl semillas de psyllium
- 1 ½ harina de arroz
- ¼ dl agua fría
- 1 dl AOVE
- 1 c sal (y o romero o tomillo)
Nota: A la quinoa sí que se le puede llamar «super alimento», lejos del marketing. Este cereal de origen inca es como un tandem. Aporta proteinas e hidratos de carbono complejos que el cuerpo consume poco a poco, por lo que la sensación saciante se prolonga en el tiempo.
Relleno
- 150 g shitake (u otras setas)
- 150 g espinacas
- 1 puerro o los tallos de un par de cebollas tiernas
- 2 C AOVE
- 250 ml crema vegetal (yo usé nata de soja)
- 2 C romero fresco picado
- 2 tomates secos deshidratados y troceados
- 1 c sal (si usas tomate seco, quizá hasta puedes prescindir de esta sal extra)
El tomate seco en esta receta viene del mercado que tengo cerquita. ¡Va a ser una fiesta volver! Quizá habéis oído hablar acerca de los famosos tomates de Muchamiel o Mutxamel (Alicante). Estos, vienen de allí y los seca una familia que luego los vende sólo en este mercado. ¡Qué lujo! Os aseguro que no hay tomates secos más buenos en el mundo… Al menos ese que mi paladar haya tenido la suerte de probar…
- 1 diente de ajo prensado o rallado fino
- ½ c nuez moscada (mejor recién rallada)
- Una pizca de chili o 1/2 guindilla picada fina
Enjuaga bien la quinoa y si puedes déjala en remojo unos minutos antes. Cuécela (aprox. 15 min o menos).
Una vez cocida añade el resto de los ingredientes de la base y mezcla bien.
Envuelve en papel film y déjalo en el frigorífico unas horas (o toda la noche).
Forra un molde, desmontable con papel de horno (unta el papel con un poquito de aceite) y aplasta la masa bien de manera que vaya cubriendo la base y los cantos. Este proceso requiere atención y un poquito de fuerza. No te desanimes si parece que se quiebra todo el tiempo. Continúa. Conseguirás una masa compacta al final.
Hornea unos 30-40 min a 175ºC hasta que tome un color dorado.
Prepara mientras el relleno. Sofríe el ajo, y el puerro. Añade después las setas (y dora) , el tomate seco, las espinacas, la nuez moscada, el chili o guindilla.
Cuando esté listo, incorpora la nata vegetal y deja cocer a fuego lento unos 3-4 minutos. Puedes añadir un poquito de agua o leche de soja si lo ves necesario.
Una vez lista la base incorporar el relleno y sirve caliente.
En la fotografía que encabeza este post, el quiche se presenta en una «virandeira». ¿Y eso qué es? Pues eso mismo me pregunté yo cuando mi amiga Noa me la regaló hace tiempo. Aunque yo la suelo utilizar como base para presentar tartas… lo cierto es que es una preciosa pieza rústica artesana hecha de barro en Galicia, que une como todo buen diseño: utilidad y belleza. Su fin… Dar la vuelta (¡virar!… ¡claro!) a una de esas insuperables tortillas de patatas gallegas…
Pero como eso de reinventar usos casi siempre cabe en este espacio… Con permiso de mi querida «Virandeira»… Hoy «le damos la vuelta a la tortilla» y la convertimos en una perfecta base de presentación para el quiche.
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