Lo que llevó a este plato, es quizá un ejemplo de cómo me gusta concebir las recetas. Entro en detalle más adelante…
Aunque andemos cuarenteando, la primavera sigue su vida allá fuera, y se muestra fértil tras el invierno.
El conejo con su prolífica capacidad de procreación, y los huevos de colores son los protagonistas durante la Pascua en muchos países especialmente del norte de Europa. España es tierra de conejos también. De hecho los fenicios la llamaron «Isfahán» (I-span-ya) que significa tierra de conejos.
Así que aunque los conejos de Pascua no sean precisamente autóctonos, familia extensa sí tienen en la península (¡jaja!).
Pero… Ahora llega otra pregunta ¿Huevos? ¿Conejos? ¿Qué tienen que ver los unos con el otro?
¡A saber! Cuenta una leyenda alemana que una mujer pobre, incapaz de ofrecer dulces a sus hijos, escondió en el jardín huevos decorados (¡la creatividad al poder!). Los niños, al ver a un conejo, creyeron que había puesto huevos (los pequeños y su imaginación sin barreras…). Desde entonces, los niños fabricaban un nido que se encontraba en el jardín a la espera de los huevos del conejito de Pascua, que se llena durante la noche. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Dejamos a los conejos en sus madrigueras esta vez y volvemos a los huevos, a los pájaros (que estos días trinan con alegría mañanera), y a los ¡nidos!
Sí, andaba pensando en los nidos cuando recordé una receta de la genial Elka @ama.come.vive.brilla. En su libro con este mismo nombre. La receta se titula «Nidos de calabaza con col kale, tomates secos y cebolla caramelizada».
¡Qué buena pinta! ¿Verdad? La foto es muy sugerente y la propuesta requiere una preparación sencilla.
Así que allí fui… Dispuesta a recibir su inspiración para preparar mi plato de hoy.
Y retomando la idea inicial… y ese «find your way» (encuentra tu camino).
Una calabaza andaba esperando desde la última que vez que visité el mercado (¡ya queda menos para reencontrarnos!). Todavía me quedan algunos ejemplares de los famosos tomates secos de la familia de Guardamar (ya sabéis…¡los mejores del mundo!) . Col kale, no tengo al alcance, pero bien van unas espinacas. La cebolla se acabó y tengo que esperar al próximo día de compra, ¡pero queda un puerro! (¡olé, olé!). Almendras… Bueno, ¿por qué no unos pistachos? Y flores, ¡cómo no!. Siempre en un plato @deliciosamenterural. Flor violeta de salvia esta vez. Florece con fuerza estos días con aroma intenso.
Yo que voy huyendo siempre de andar rodeada de un sin fin de aparatos en la cocina… admito que hoy eché de menos un espirilizador en condiciones. Tengo una especie de «sacapuntas vietnamita» que vino conmigo en la mochila. Lo llamo así porque hace las veces de eso… Saca puntas de zanahorias, y funciona como espirilizador básico para ellas aunque no se adapta bien a otro tipo de verduras.
Aceptando la situación… Pasé al modo manual y cree mi propio momento «mindfulness» (¡jaja!). Me puse a cortar tiras finitas de calabaza pensando en un nido algo más rústico.
No me rindo, y esos nidos «gourmet» quedan para otra ocasión, pero mientras, la opción «rusticae» bien se ganó la oportunidad de volver a repetirse.
Os animo a que consultéis la receta de Elka, o mejor aún, a que os hagáis con su libro. ¡No tiene desperdicio!
Mientras, si os apetece, podéis ir probando esta opción. Tal vez hasta crear la vuestra propia. En realidad es lo divertido. «Find your way». Creo que es la parte más interesante de la gastronomía (más allá de conseguir platos nutricionalmente completos), la creatividad que nos permite desarrollar. Si no tenemos un ingrediente, busquemos qué puede sustituirlo. Si no tenemos algún elemento concreto, qué otro podría hacer su papel o similar… Si los tiempos de cocción, las hierbas, las especias, la sal, la pimienta… no alcanzan nuestro gusto, arriesguemos y probemos nuevas fórmulas… Quizá cocinemos más de un «churro» (¡qué a veces sientan bien!) y dificilmente será algo que no podamos comer
Y lo mejor… Disfrutaremos ¡creando también nuevos y riquísimos platos!, Reinventando…
NIDOS RUSTICOS DE CALABAZA CON TOMATE SECO, ESPINACAS, PUERRO, PISTACHOS Y SALVIA (2 PAX)
- 1/4 calabaza
- 2 tomates secos
- 100 g espinacas
- 1-2 puerros
- 1/2 cucharadita de nuez moscada molida
- Sal y pimienta
- 2 C zumo de naranja recien exprimida
- 2 C AOVE
- Pistachos, flores y hojas de salvia
Cortar la calabaza en tiras finas. Rociar con un poco de zumo de naranja y apartar.
Dejar en remojo los tomates para que se rehidraten y suelten un poco de sal.
Cortar el puerro en dos y cortar rodajas finas. Sofreir hasta que esté pochado. Añadir el tomate en trocitos pequeños y las espinacas. Rehogar y salpimentar.
Cuando esté listo, apartamos.
En esa misma sartén (si es necesario añadimos un poco de aceite), rehogamos la calabaza hasta que tenga la textura que deseamos (unos 4-5 min.). Añadimos la nuez moscada y salpimentamos un poco.
Servir sobre la cama de espinacas, puerro y tomate. Espolvoreamos con pistachos, flores y hojas de salvia.
Nota: Las hojas de salvia quefan muy ricas y crujientes si las salteamos en aceite bien caliente.
Y volviendo a la primavera, a la cuarentena… Y a todas las oportunidades que nos da… de reinventarnos os animo a que leáis este texto completo. Seguro que os gusta.
«Sí, aquel año me privaron de la primavera, y de muchas cosas más, pero yo había florecido igualmente. Me había llevado la primavera dentro de mí y nadie nunca más habría podido quitármela.» (Fragmento de «El libro rojo» de Jung)
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